Grol 's Key Ideas from El sistema Hanasaki
by Marcos Cartagena

El carácter del ser humano está compuesto principalmente por dos ingredientes: la genética y el aprendizaje extraído de las vivencias. En cuanto a la genética, no hay nada que podamos hacer. Pero a través de cada una de nuestras vivencias nos vamos convirtiendo en la persona que somos. Las vivencias hacen que el punto de vista con el que vemos la realidad cambie. Nos hacen madurar.

Hay personas que prefieren la comodidad de la rutina. No obstante, solo hay una razón por la que alguien haría algo así: el miedo. El miedo a lo desconocido, a no saber reaccionar, a perder algo que ya tenemos o a darnos cuenta de que no somos tan buenos como creíamos.

Sin embargo, cuando te armas de valor para salir de la cueva y ves la luz que brilla en el exterior, te das cuenta de que lo mejor está ahí fuera.

Es esencial que tomemos conciencia de la importancia de vivir nuevas experiencias y que intentemos no aferrarnos a la rutina. Cada cierto tiempo es bueno hacer cambios, apuntarse a una actividad nueva y conocer nuevas personas.

Conviertete en un cazador de experiencias. Sin duda, esta será la mejor colección que podamos hacer a lo largo de nuestras vidas. Deja de ponerte excusas y sal ahí fuera. La vida es muy corta y no espera a nadie. Si vas dejando para mañana lo que podrías hacer hoy, quizás algún día te des cuenta de que el mañana ya no existe y que hoy es el último día.

Durante los primeros 7 años después de sembrar, abonar y regar constantemente la semilla del bambú japonés, no sucede nada apreciable, hasta el punto de que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas estériles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo 6 semanas, la planta de bambú crece... ¡más de 30 m! ¿Tarda solo 6 semanas en crecer?

¡Nol La verdad es que se toma 7años para crecer y 6 semanas para desarrollarse. Durante los primeros 7 años, el bambú genera un complejo sistema de raíces que le permiten sostener el crecimiento que vendrá después.

Muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados sin entender que para obtener éxito primero deben desarrollarse internamente, y este proceso requiere tiempo.

Para poder crecer hacia arriba, lo primero es crecer hacia abajo. Y para ello necesitamos ser pacientes y perseverates.

Cuando una persona perfecciona la meditación, consigue inducir a su cerebro un estado que le permite generar ondas alfa, theta y delta. El cuerpo se sumerge en un estado de regeneración profunda y libera hormonas de crecimiento capaces de revertir problemas de salud relacionados con la edad.

Además, a través de su práctica continuada, se logra desarrollar la capacidad de controlar la mente para evitar que se pase la mayor parte del tiempo divagando.

Las personas que divagan durante más tiempo en piloto automático son menos felices que las que consiguen vivir más atentamente el momento presente.

La contemplación es una práctica que va muy unida al silencio. Es una forma de estar en el presente. Consiste en observar con atención todo lo que sucede a nuestro alrededor y disfrutar tranquilamente de ello.

En la vida ocurren muchas cosas. Unas pensamos que son buenas, otras malas. Pero esa distinción que hacemos es solo una etiqueta que nosotros les asignamos. En algún lugar de nuestro cerebro se toma esa decisión y se juzga la forma en la que un acontecimiento nos afecta.

En nuestra mano está elegir si vamos a hacernos la víctima y a enumerar cada una de las razones por las que somos unos desgraciados o si vamos a utilizar nuestra mente para hacernos ver que siempre podría haber sido mucho peor de lo que fue y que, a pesar de todo, somos unos afortunados.

El cuerpo humano tiene un valor incalculable. ¿Quieres comprobarlo? Muy bien, trata de responder las siguientes preguntas: įsi te ofrecieran 200k € por uno de tus ojos, lo venderías? ¿Y si fuera un 1M €? En la mayor parte de los casos, nadie accedería a una propuesta así. Por lo que estaríamos asumiendo que solo uno de nuestros ojos ya vale más de 1M €. Si empezamos a hacer la suma, ¿cuánto valdría nuestro cuerpo entero?

¿Quién es más rico, un multimillonario al que le diagnostican 6 meses de vida o un hombre de clase media con una salud de hierro?

Imagina que nos regalan un coche, pero tiene una condición. Será el único coche que podremos tener durante toda nuestra vida. No podremos cambiarlo cuando el mecánico nos diga que ya no tiene arreglo.

¿Qué trato le daríamos a ese coche? Cualquier persona lo cuidaría como la más preciada de todas sus posesiones. Llevaría todas las revisiones en regla.

¿Sabes una cosa? Resulta que ese coche en realidad es nuestro cuerpo y esa misma condición también nos fue impuesta el día en el que lo recibimos al nacer.

Entonces, ¿cómo es posible que haya tanta gente tratando su cuerpo como si fuera un trapo?

Según los japoneses, cuando comemos, hay un momento en el que llegamos al punto óptimo. Ese es el 80%. Sin embargo, la mayoría de las personas seguimos comiendo simplemente por placer. Ese 20% extra que ingerimos es el que realmente nos hace daño. Nuestros órganos se ven obligados a trabajar en exceso y el desgaste en proporción es mayor.

Si nos saciamos al 100% nos sentiremos más pesados y sin energía.

Comer despacio y masticar correctamente también hará que el estómago trabaje menos, ya que la comida llegará triturada y se absorverán los nutrientes más fácilmente.

Una de las características que mejor define a los centenarios japoneses es que siempre se mantienen en continua actividad. Son personas que nunca dejan de levantarse por la mañana sin algo que hacer ese día. Tienen rutinas que los mantienen inmersos en diversas tareas y siempre están de una u otra forma ocupados.

Si pensamos llegar a los 65 años para por fin poder descansar y pasarnos tumbados en el sofá todo el día ya podemos empezar a olvidarnos de vivir más de 100 años. El cuerpo solo llega tan lejos cuando tiene un motivo el que permanecer aquí. Descansar no es uno de ellos.

Es una necesidad básica tener estrechos vínculos con otras personas. Podemos tratar de ir por nuestra cuenta, en soledad, pero tarde o temprano corremos el riesgo de ver cómo nuestro corazón se llena de una amarga sensación de vacío. Hay gente que piensa que no necesita la compañía de nadie para poder estar bien.

Sin embargo, las mayores satisfacciones de la vida generalmente están relacionadas con otras personas. La alegría de compartir o la satisfacción de ayudar a otros son sensaciones que no tienen rival. Entender esto es una clave fundamental para poder vivir una vida larga y feliz.

 Esto automáticamente se convertirá en un boomerang que volverá hacia ti y te devolverá todo lo que hiciste por los demás. Pero ten en cuenta una cosa: solo ocurrirá cuando no estés esperando un resultado. Nuestras ofrendas deben ser desinteresadas y genuinas. De lo contrario el círculo se romperá. Ten esto muy en cuenta.

El desarrollo personal es el proceso que nos lleva a ser capaces de comportarnos de acuerdo con los principios de forma natural, sin necesidad de hacer un esfuerzo.

Si queremos mejorar, tenemos que abrazar de forma consciente la voluntad de querer regir nuestro comportamiento por una serie de principios sólidos que nos sirvan de guía. Así pues, cuando no sepamos qué hacer, siempre podremos preguntarnos: ¿cuál es la opción más correcta de acuerdo con mis principios?

Principios de la sociedad japonesa:

1. Honestidad
2. Respeto
3. Solidaridad
4. Humildad
5. Paciencia
6. Lealtad
7. Austeridad
8. Gratitud
9. Armonía

¿Cuál es el sentido de mi vida? Aquellas personas que no han conseguido dar respuesta a esta pregunta se ven obligadas a enfrentar un profundo vacío interior.

Necesitamos encontrar, de alguna forma, una respuesta que nos dé un motivo por el que levantarnos cada mañana. Encontrar el sentido de nuestras vidas nos llena de energía. Nos permite sacar lo mejor que llevamos dentro y alcanzar un alto nivel de satisfacción.

Busca tu ikigai y hazlo evolucionar, ya que no es algo fijo, sino que va adaptándose y cambiando con el tiempo.

¿Cuáles son mis fortalezas?

De todas las cosas que te has propuesto hacer en tu vida, ¿en qué destacabas? ¿Qué cosas parecían fáciles que otros no podrían hacer igual que tú?

¿Cuáles son mis pasiones?

¿Qué actividades te dan energía cuando las haces, en vez de quitártela? ¿Qué actividades hacen que te olvides del reloj, del hambre o del sueño? ¿Qué harías si tuvieses la economía resuelta?

¿Qué necesita el mundo que yo podría aportar?

¿Qué contribución te haría sentir bien?

Busca algo que combine las fortalezas con las pasiones; esta parte es más fácil. Luego busca en qué podría eso aportar valor a los demás.

Cuando tengas algo viable, imagina cómo sería nuestra vida si nos dedicáramos a eso. ¿Cómo sería un día normal? ¿Con qué personas trataríamos?

Elige una frase que defina el ikigai. Debe ser simple, algo que no supere las dos líneas.

Imagina que estás tumbado en la cama rodeado de todos tus seres queridos. Han venido a despedirse de ti porque apenas te queda un aliento de vida. Estás a punto de dejar este mundo y un pensamiento viene a tu cabeza: ¿Qué he hecho con mi vida? ¿He aprovechado mis días aquí para hacer lo que de verdad quería? ¿Cómo es posible que mi vida haya pasado tan rápido? ¿Cómo es posible que los días se me hayan escurrido de entre los dedos?». Quizás en ese momento lo daríamos todo por ganar algunos años más de vida y así poder hacer lo que se ha quedado pendiente, ¿no es cierto?

Lamentablemente, este ejemplo es la triste realidad de muchas personas, las cuales dejan este mundo con esos últimos pensamientos en la cabeza. Así que, si no quieres ser una de ellas, el momento de sacar el tiempo que necesitas es ahora. No dejes para mañana lo que podrías hacer hoy.

Es difícil aceptar que quizás lo que hemos estado haciendo toda nuestra vida no es lo que podría hacernos felices y quizás nunca vamos a conseguir sentirnos realizados. Replantearse estas cuestiones no es agradable. Pero nunca es tarde para volver a empezar, y las recompensas pueden ser enormes.

La actitud consiste en «la forma en la que elegimos afrontar aquello que nos sucede en la vida». Y digo elegir porque la actitud no es un rasgo de la personalidad que venga predeterminado, sino más bien una decisión.

Lo que marcará la diferencia dependerá de dos actitudes que deben ir juntas: la determinación y la constancia.

La primera es el deseo ardiente de lograr algo. Nace de las decisiones que tomamos con el corazón en vez de con la cabeza. La segunda es la actitud que nos mantendrá en el camino. Es la decisión de no abandonar, de permanecer a pesar de las circumstancias. 

Entrenar la fuerza de voluntad para poder llevar cabo aquello que hemos decidido hacer sin tener en cuenta sinos apetece o no es la garantía de que llegaremos al puerto que está marcado en nuestro mapa.

«con el tiempo todo se arreglará»

Es un mantra que utilizan los japoneses para quitar hierro a sus problemas y recobrar de nuevo su habitual actitud positiva ante la vida. El hecho de que los más longevos suelan ser optimistas no es una casualidad, ya que las personas positivas son proclives a padecer menos enfermedades y a vivir durante más tiempo.

La mentalidad positiva es una actitud ante la vida que debemos elegir. Es un camino por el que hay que esforzarse y trabajar. Debemos practicarla día a día, hasta que al final se convierta en nuestra forma natural de ver el mundo.

Los japoneses, cuando quieren animar a alguien para que consiga superar una prueba difícil no le desean suerte, como hacemos en España, sino que le dicen: «Ganbatte», o sea, «Haz lo mejor que puedas». Como dando por sentado que el resultado no depende de la suerte, sino de ellos mismos.